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¿Qué tienen que ver las alergias alimentarias IgG con la salud mental? Un consejo habitual que se le da a las personas que sufren de depresión o de alguna enfermedad mental es que coman mejor para levantar el ánimo, pero, ¿qué significa “comer mejor”? Se aconseja comer lo suficiente, no saltarse comidas y consumir alimentos que estimulen la producción de serotonina, el neurotransmisor encargado de regular el estado de ánimo, como lo son los frutos secos, la espinaca, el aguacate, el cacao, etc.

Lo que muchos no saben es que no es suficiente con incluir este tipo de alimentos en la dieta, sino que es necesario también retirar aquellos que están siendo perjudiciales. Por perjudiciales no nos referimos solamente a los alimentos que son nocivos para todos, como son los altos en sodio, grasas saturadas o azúcar refinado, sino también a aquellos que perjudican específicamente a cada individuo, es decir, los que generan una hipersensibilidad alimentaria, o lo que llamamos comúnmente como alergias alimentarias.

¿Qué son las alergias alimentarias IgG?

Camille Lieners, PhD en química y bioquímica de alimentos y en microbiología en la Universidad Técnica de Viena y director del laboratorio de ImuPro, impartió una interesante conferencia llamada “Impacto de hipersensibilidad alimentaria mediada por los IgG sobre neurotransmisores y salud mental” el pasado 27 de febrero de 2021 en la edición decimoctava del Simposio Internacional de Medicina Biológica, evento anual organizado por Eurolife Colombia que busca compartir nuevos conocimientos con médicos o profesionales de la salud. En ella, Lieners se enfoca en las alergias alimentarias o hipersensibilidades alimentarias de tipo IgG, es decir las que producen la liberación del anticuerpo humoral inmunoglobulina G. Estas se diferencian de las del tipo IgE porque no tienen una reacción inmediata y aguda, sino que se desarrollan en un periodo de tiempo que va desde tres horas hasta tres días, generan una enfermedad inflamatoria y no suelen ser de conocimiento de quienes las padecen por su reacción retardada.

Las alergias alimentarias de tipo IgG son las que se pueden identificar a través de la prueba ImuPro, en la cual se reconocen los alimentos potencialmente desencadenantes para que puedan ser removidos y luego rotados en la dieta y evitar así la inflamación que causa la enfermedad.

Al evaluar los resultados de la prueba ImuPro, los científicos del laboratorio se sorprendieron al ver que gracias a ella también se había visto mejoría y hasta desaparición de los síntomas en pacientes con depresión, hiperactividad, agresividad, ansiedad y problemas de concentración. ¿Cómo se explica esto?

¿Cómo afectan las alergias alimentarias IgG la salud mental?

Primero, es importante anotar que los anticuerpos IgG que producen la inflamación pueden cruzar la barrera hematoencefálica, es decir que pueden pasar de la sangre al cerebro. La inflamación de las células en el cerebro, gracias a la producción de los anticuerpos IgG, estimula la producción de la enzima IDO, indolamina 2,3-dioxigenasa, que hace que el triptófano, que normalmente se convierte en serotonina y luego en melatonina, se convierta en quinurenina, un neurotóxico, produciendo desórdenes del sueño y del estado de ánimo que pueden desencadenar en enfermedades como depresión y ansiedad. Así mismo, la inflamación estimula la producción de MAO-A, monoaminoxidasa-A, que ocasiona la degradación de dopamina y noradrenalina. ¡Lo que menos se quiere en un tratamiento de salud mental es que los niveles de estos neurotransmisores estén bajos!

Para ello, es importante conocer el estado de los neurotransmisores, lo cual es posible con NeuroSpot, una prueba que tiene como objetivo medir en cada individuo la concentración de cortisol, dopamina, noradrenalina, adrenalina, glutomato, serotonina, GABA y DHEA para que, dependiendo del resultado, puedan suplementarse los micronutrientes adecuados para balancear el cerebro.

Es así como la implementación conjunta de ImuPro y NeuroSpot es una estrategia diagnóstica y terapéutica válida y efectiva en el tratamiento de trastornos mentales y del comportamiento. Lo más interesante es que ella reconoce que cada individuo requiere de un tratamiento específico para las necesidades de su sistema y se aleja de las terapias que ofrecen soluciones generalizadas que no funcionan para todos.